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Adéntrate en el erotismo, el morbo, haz que se te erice la piel con esta lectura. Date un capricho, estimula tu mente. 

Mira lo que dicen de mis relatos lxs que se han atrevido ya:

Te dejo uno que escribí (fantasía real):

Se acercan las fiestas navideñas, y estoy deseando darle mi regalo a Alejandro… ¡Seguro que no se lo espera! Estoy yo más nerviosa que él. Tengo muchas ganas de quedar con él, de verlo. Estar días sin poder ver esa carita… La verdad es que me mata. Pero bueno, esta tarde hemos quedado así que cuando salga del trabajo, voy rápido a casa, me ducho y me pongo sexy con ese vestido que tanto le gusta. Sí, me apetece sentirme atractiva, tengo ganas de que me coma con la mirada, sólo él me hace estremecer de esa manera tan especial…

El día me ha pasado bastante lento, sin parar de imaginar mi encuentro con él… Y es que cuando quieres que llegue el momento, ¡más parece tardar en llegar! Ya lo dicen: lo bueno se hace esperar. Y mientras voy camino al metro, me llega un mensaje que hace que vuelva a la realidad: “En una hora paso a buscarte”. Es él. ¿Una hora? ¡Pues tendré que volar! “Okei amor, nos vemos en un rato. Tengo ganas de besarte…” y se lo envío, mientras miro por la ventana del metro, mordiéndome los labios al imaginar su boca en la mía. Su lengua jugando con la mía. No puedo evitar tocar mi labio… Y me río sola, al darme cuenta de cómo reacciona mi cuerpo solo al pensar en un beso suyo. Un mensaje, miro corriendo esperando que sea él: “¿Sólo de besarme?”. Sonrío, cierro los ojos, suspiro. Está juguetón, y me encanta. “Sabes de sobras que no. Pero prefiero decírtelo a la cara…”. Y entre mensaje y mensaje, bajo del metro y voy lo más rápido que puedo a casa. Dejo la chaqueta, el bolso, y mientras me dirijo a la ducha voy descalzándome y desnudándome. Disfruto mientras cae el agua prácticamente hirviendo en mi cuerpo, el olor del gel me embriaga… Pero no quiero entretenerme, no quiero hacerlo esperar. Salgo, me visto, me perfumo… Y suena el timbre de casa. Alejandro. Cojo el bolso, me miro una última vez en el espejo, y salgo en su busca. Está abajo esperando, ni siquiera he contestado por el interfono. Abro la puerta y salto encima suyo, abrazándolo con todas mis ganas. Lo miro a los ojos, y lo beso apasionadamente.

  • ¡Joder! Sí que tenías ganas de verme, ¡sí! – dice sonriente, mientras me agarra de la cintura – Yo también te he echado de menos – me dice mientras me mira a los ojos. Esos ojos que me vuelven loca, que consiguen que me tiemble todo el cuerpo – ¿Vamos? Tengo una sorpresa para ti – sonríe medio pícaro.
  • Uy, ¡miedo me das! – contesto con tono burlón, pero a la vez me encanta que me prepare sorpresas. ¿A quién no le gustan?

Lo cojo de la mano, y mientras vamos charlando animadamente, me doy cuenta de que estamos yendo hacia su casa.

  • Este camino me suena… – digo en voz baja, pretendiendo que él me escuche.
  • Núria, es que si no te suena me asustaría – dice riéndose – Sí, vamos a mi casa.

Entonces, hace el gesto señalando su portal, y me doy cuenta de que en la otra mano lleva una bolsita. Estaba tan centrada en él, en su mirada, en sus palabras, que no me había percatado. ¿Será parte de la sorpresa? Me muero de curiosidad.

Abre el portal, me indica con la cabeza que entre. Vive en un octavo, por lo que voy directa al ascensor. No tengo ganas de subir andando, prefiero que sea él quien me haga sudar y no las escaleras. Me agarra del culo, me aprieta, me da un beso en la nuca. Mi piel se pone de gallina al momento…

  • Alejandro… Puede haber vecinos… – le digo, tratando de zafarme de él, aunque lo que quiero realmente es que siga metiéndome mano…
  • ¿Y tú crees de verdad que eso me importa? – me dice mientras abre la puerta del ascensor y me mete en ella de golpe, cerrando rápido a su entrada y besándome con fuerza. Me mata cuando hace esas cosas.
  • ¿No vas a picar el piso? – le digo entre risas.
  • ¿Te digo lo que quiero picar? – dice con tono provocativo. Lo miro y miro los botones, que le quedan justo a su derecha. Todas las paredes del ascensor, de la mitad para arriba son espejos, por lo que verle reflejado desde todos esos puntos me pone más aún. Resoplo. Se gira y pica el piso. Se aparta, se apoya en la pared y me mira descaradamente de arriba abajo. Me siento totalmente deseada, y eso me encanta, me hace humedecer mi tanga. Y él lo sabe, y se nota. Yo también lo miro, se ha puesto elegante… Voy bajando la mirada, y veo que ha crecido su bulto en la entrepierna. Entonces se da cuenta, y sin dejar de mirarme, aprieta el botón del ascensor, y todo tiembla… Suena un pitido, y se detiene.
  • ¿Qué pasa? ¿Qué has tocado? – pregunto medio asustada.
  • Pues que no me aguanto a llegar a casa para hacer lo que tengo en mente. Quiero aquí y ahora – y se acerca lento, y antes de llegar del todo a mí, pone la bolsita delante de mi cara -. Toma cielo, esto es para ti, feliz Navidad – dice con una sonrisa de oreja a oreja.

Estoy un poco sorprendida, no acabo de entender, pero la intriga me puede, los regalos me encantan así que abro la bolsa y veo una cajita en su interior. Le doy la bolsa a él para poder quitar el papel que la envuelve, y veo unas esposas de pelo, con estampado negro y rosa.

  • ¿Enserio? – le digo, sacando las esposas y aguantando una con la mano.
  • ¿Te parece una broma? – Me dice mientras tira la bolsa al suelo y me quita las esposas. Yo estoy flipando. Mucho. ¿Ha parado el ascensor para ponerme las esposas?

Pues parece ser que sí, porque me da la vuelta bruscamente, y con mis manos en mi espalda, me pone las esposas. Mis manos rozan su entrepierna, y yo aprovecho para tocar… Cada vez está más grande, más dura… Y lo miro por el espejo. Me está mirando las manos atadas, apoyadas en mi culo… Me agarra del pelo, haciendo que choque con la pared del ascensor. Me abraza por la espalda, me tira del pelo hacia atrás dejando al descubierto mi cuello, y me besa… Joder, esa boca me mata, esa lengua me quita el sentido. Siento que mis piernas flaquean, ¿y esto solo por un beso? Pues sí, mi piel se estremece, pero quiero más, no quiero dejar de mirar, de sentir. La sensación de estar atada es increíble, me siento totalmente a su merced. No puedo apenas moverme, así que me centro en sentir y dejarme llevar. Noto como mete su mano por mi vestido, estaba deseando agarrarme del culo… Lo miro por el espejo, me devuelve la mirada. Levanta una ceja, y yo ya no sé ni cómo me llamo. Me aparta el tanga, y empieza a tocar mi vulva, ya mojada y deseosa de recibir sus dedos, sus caricias. Mientras me besa el cuello, yo gimo, me tapa la boca con la otra mano. Acelera el ritmo, me toca cada vez más rápido, me mete un dedo… Lo saca y juega con mi ano. Vuelve a mi clítoris, lo rodea, lo estimula… Y entonces deja de besarme. ¿Qué pasa? Me coge de la cintura y me da la vuelta.

  • Quiero que esto lo veas – me dice mientras se agacha, mirándome fijamente. Me abre las piernas, y levanta una de ellas, apoyándola en su hombro.

Acerca su cara a mi tanga, lo huele profundamente, lo besa por encima del tanga, que más mojado creo que ya no puede estar. Lo aparta con una mano, dejando mi parte más íntima a su antojo. Hunde su nariz en mi ser, me besa, juega con su lengua recorriéndome entera… Besando mis labios, lamiendo mi clítoris, mientras con la otra mano me agarra del culo, ayudando a que no pierda el equilibrio… Tanto placer me va a hacer estallar, mi mente está en las nubes, y mi cuerpo quiere más. Me siento bloqueada, no poder mover las manos, no poder tocarlo… Pero me gusta. Me siento suya. Y dejándome llevar por estos pensamientos, estas nuevas sensaciones, deja mi pierna en el suelo, se levanta. Me mira, me da un beso húmedo y caliente, me agarra los pechos… los deja al aire para morder mis pezones… y mientras se va desabrochando el pantalón. No sé cuánto rato habrá pasado, no sé si los vecinos se habrán percatado de que el ascensor está parado… Pero ahora mismo es lo que menos me importa, porque queda ante mi su pene erecto, con todas sus venas marcadas… Tengo ganas de llevármelo a la boca, pero no me deja, ya que me agarra y me embiste una y otra vez, los dos de pie, el ascensor empieza a tambalearse, acelera el ritmo, entonces para.

  • Quiero follarte de espaldas, ese culo tuyo me vuelve loco – entones se separa, y me da la vuelta, me levanta el vestido, me da una cachetada. Me agarra del pelo, me inclina hacia delante, y me penetra desde atrás. Uff… Entra toda, bien profundo… Y quiero tocarme, pero no puedo, mis manos siguen atadas…

Parece que me ha leído el pensamiento, porque, como puede, pone su mano por delante de mí, y empieza a acariciar mi clítoris, hinchado por la excitación y el morbo que estoy sintiendo. Seguimos, una, otra, otra… Me agarra del pelo, me tira, se me escapa otro gemido, y con la mano que tenía en mi culo, me tapa la boca. Le chupo un dedo, y eso le hace estremecer. Lo miro por el reflejo, toda despeinada, con coloretes, él descamisado, y es la gota que colma el vaso… Demasiado placer, demasiado morbo… y esta vez le resulta imposible aguantar el gemido que sale de mí, que estalla al llegar a uno de los orgasmos más placenteros de mi vida…

  • ¿Hola? ¿Hay alguien ahí? – se escucha una voz a través de la puerta del ascensor.

Alejandro y yo nos miramos, sonreímos. Me giro, nos besamos.

  • Sí, parece que habrá que llamar a mantenimiento…

Publiqué un Ebook, “7 relatos eróticos en los que perderte”, con 7 historias que harán volar tu imaginación y que suba tu temperatura. 

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